martes, 20 de abril de 2010

Aquél pinot

El sommelier de la vinería era mexicano y en cuanto detectó que yo era extranjero me preguntó si hablaba español. Así empezó la charla con este personaje de mediana estatura, bigote fino y peinado estilo cubano. Esa noche yo tenía una cena y, si bien no sabía cuál iba a ser el menú, quería llevar un vino. En las vinerías de Nueva York se consiguen caldos de todo el mundo y en esa, frente a Battery Park, no era la excepción. Tenía un amplio surtido de vinos de distintos países entre los que había algunos malbec y torrontés argentinos.

Pero yo quería aventurarme más allá. Tengo un gran recuerdo por los pinotage sudafricanos así que fue mi primera opción. Me dijo que en ese momento de Sudáfrica sólo tenía un cabernet y un blend que no recuerdo su composición. Entonces me acordé que un conocido sommelier me dijo hace un tiempo que los pinot noir de Oregon son de los mejores del mundo. El amigo mexicano me pidió que lo acompañara a otro sector de la vinería donde estaban esos vinos. Lamentablemente los pinot de esa región que tenía eran o muy caros, de 70 dólares para arriba, o con tapa a rosca, de unos 20 o 25 billetes verdes. Entonces vi que tenía el pinot de Francis Ford Coppola y le pregunté qué onda. Me aconsejó que por ese precio, poco más de 30 dólares, había muchos vinos mejores. Pero que se vendía mucho por el marketing del nombre del director de cine.

Entonces me sugirió que probara un pinot noir californiano. El Rodney Strong costaba 23 dólares. Me dijo que el ahumado prevalecía en su aroma cargado de frutas rojas y pétalos de rosa y que si bien no era un vino con mucho cuerpo, tenía una textura muy interesante que se adaptaba bien a muchos tipos de comidas. El precio era aceptable y el vino parecía rico. Así fue como el noble sommelier mexicano me convenció de llevarlo. Y no estaba errado. Esa noche Ariel y María me agasajaron con un exquisito risotto que acompañamos con el Rodney Strong. El vino nos bañó con su sabor y aroma. Todo maridó perfectamente con las luces de la gran ciudad penetrando por las rendijas de la persianas que cuelgan de los grandes ventanales.

1 comentario:

Grace Pousá dijo...

Excelente para ambas partes...anfitriones y agasajado..!!!
:-P