viernes, 19 de octubre de 2012

Johnny Winter en el B.B. King's


El fulgor del neón de Times Square marca el camino hacia el lugar señalado. El B.B. King's Club está sobre la calle 42, entre la séptima y la octava avenida. Esa zona de Nueva York debe ser la más iluminada del mundo. Por allí pasan miles de personas por hora sacando fotos hacia arriba, hacia abajo y hacia los costados. Cada uno está en su mundo y busca lo que más le gusta. A mi todo eso, en este momento, me importa poco. Estoy ahí por una razón: ver a Johnny Winter por cuarta vez en mi vida.

Llegamos una hora antes del show con la esperanza de sentarnos en una mesa cercana al escenario, pero adentro ya hay más gente de la que imaginaba. Nos ubican de la mitad del salón para atrás, pero de todos modos vemos bien el escenario. Pedimos un par de copas de vino y nos sentamos a esperar el comienzo del show. La gente come y come. Hamburguesas con papas fritas, macaroni and cheese, langosta o montañas de nachos bañados en cheddar. No importa el tamaño de la cintura de cada uno o cuan voluminosas sean sus panzas. Nadie a mi alrededor pide ensaladas y agua mineral. 

A las ocho en punto, ni un minuto más tarde, aparece en escena Debbie Davies. Tarda unos minutos en afinar su guitarra y entonces comienza con un furioso shuffle al que le adhiere casi sin corte un slow blues tan fulminante que cuando termina es difícil reponerse. El sonido de su Fender es tan profundo y sus solos tan pasionales que por un momento me hacen olvidar que estoy ahí esperando a Johnny Winter. Debbie Davies no necesita nada más para lucirse que el excelente trabajo de sus dos laderos: el baterista Don Castagno y el bajista Scot Homick. El show dura poco más de 45 minutos en los que también toca algunos temas de su flamante álbum After the fall como Don't put the blame on me y Little broken wing. Antes de cerrar con un instrumental de Clarence "Gatemouth" Brown, Davies cuenta: "Si bien ya era su fan desde hacía muchos años, a Johhny lo conocí en 1988 cuando yo tocaba junto a Albert Collins. Fue en el Hard Rock Café de Dallas y ese día me voló la cabeza. Así que prepárense para lo que viene".

Después de un cuarto de hora, las luces del escenario se vuelven a encender. Con paso acelerado recorren la tarima los músicos de Johnny Winter. Paul Nelson (guitarra), Scott Spray (bajo) y Vito Liuzzi (batería) toman sus instrumentos y empiezan a rockear con fuerza. Al cabo de un par de minutos el presentador anuncia: "¡Please give a warm welcome to the legendary Johnny Winter!". Los aplausos y los gritos le dan la bienvenida al albino. Lo veo más encorbado que la última vez, camina con pasos lentos acompañado por uno de sus asistentes y llega hasta el micrófono pero no se sienta. Toma su guitarra Erlewine Lazer negra y se suma a la furiosa introducción de la banda.

Cuando termina se sienta y así permanecerá la hora y pico que durará el show. Johnny tiene ganas de seguir rockeando y por eso arremete con Johnny B. Goode y Good morning little schoolgirl . Luego invita al escenario al armonicista Frank Latorre para que lo acompañe en Got my mojo working (como en su último disco Roots) y Black Jack. El micrófono de la armónica acopla un poco en el primero de los dos temas y ese es tal vez el único momento incómodo del show.

Hay mucho más rock and roll: Bonie Moronie y el primer cover de los Stones de la noche, Jumpin' Jack Flash. Sigue con Lone wolf y Don't take advantage of me, tema de su disco Guitar slinger, al que le suma en el medio acordes de Gimme shelter. Entonces se vuelve a parar y presenta a sus músicos. Eso significa que el show está por terminar. La despedida es con el clásico de Bobby Womack que popularizaron los Stones, It's all over now. La ovación es tan estruendosa que que no tarda más de un minuto en volver a escena. Esta vez con el slide y la hermosa Gibson Firebird. "Ahora vamos a hacer algo del Mississippi", anuncia antes de lanzarse de lleno en una apabullante versión de Dust my broom. Mientras desangra las cuerdas de su guitarra, en las pantallas que están a los costados del escenario aparecen fotos suyas junto a los grandes de la historia del rock y el blues: Jimi Hendrix, Muddy Waters, Willie Dixon, Frank Zappa, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan, Buddy Guy y, por supuesto, B.B. King.

Queda una más: no suelta el slide ni la Firebird y tampoco se aleja del sonido del sur profundo para interpretar el clásico de Bob Dylan, Highway 61 revisted. Deja el escenario de la misma manera en la que entró: camina lento y con la ayuda de su asistente. Yo tengo la sangre en ebullición. Al costado del escenario se juntan unas diez personas, entonces se me ocurre acercarme para ver qué pasa. Un negro enorme que parece un campeón de los pesos pesados dice que Johnny no va a salir pero que si nos organizamos podemos entrar al camerino. Así, cinco minutos después, estoy sentado en un sillón al lado del albino. Le digo que soy de Argentina y que ojalá algún día pueda ir a tocar allá. Manoteo una servilleta de arriba de una mesa llena de frutas cortadas y bebidas sin alcohol, él me firma un autógrafo, y balbucea unas palabras de agradecimiento. Le doy la mano y salgo. Todo transcurre rápido y ahora lo recuerdo como una película en fast foward. Al salir del B.B. King's, el neón de Times Square pretende encadilarme pero no lo consigue: tengo tatuada una sonrisa por haber cumplido un viejo sueño.





19 comentarios:

Anónimo dijo...

Martin. Se me puso la piel de gallina con solo leer tu articulo.Te felicito.
Fernando (un anonimo fiel seguidor de tu blog)

Oscar Cateni dijo...

COMO TE ENVIDIO EL ALBINO ES EL MAS GRANDE COMO ME GUSTARIA VERLO EN ARGENTINA

Martìn Onetto dijo...

Qué groso, bolú!

Claudio Ibarra dijo...

Esos tatuajes si que tienen historia!

Alejandro Varela dijo...

Grosso!!!

Ivan Gomez Singh dijo...

A la mierrrr!! no te conozco pero te felicito!! estas al lado de un dios de lo mas grande en este mundo!

Alberto Moreno dijo...

Que enorme momento Martín!!!!

Marcelo Cruz dijo...

Kpo!!

Pablo Garibian dijo...

Que grosso!

Federico Verteramo dijo...

grande Martin que bueno!!!

Juan Ignacio Cornejo Kamke dijo...

impresionante. Yo lo odié la vez que me tocó entrevistarlo, me trató pésimo. Pero de que es un super clase, nada que decir. Qué viajes que sacas! Un abrazo amigo

Valentin Pico dijo...

noooo!!!! groso!! te felicito

Maria Capurro dijo...

Uno de esos momentos que recordarás toda tu vida!! Te felicito!!!

Lalo Montemayor Coricidino dijo...

Excelente Martin!!!

Luis Mielniczuk dijo...

Que momento, Martin.....me alegro mucho por vos, ojala algun dia lo podamos ver por aqui, abrazogrande y segui disfrutando.

Sandro Bucchi dijo...

Te felicito !!! Sos un privilegiado en esta tierra !!!

Escuchate Esto! dijo...

En tu relato nos haces estar sentados en la mesa junto a vos
Te felicito por eso!

Claudia Cipollone dijo...

Que informe, querido! Deberías quedarte a vivir en Chicago.

Anónimo dijo...

Martin Felicitaciones, por tu blog que sigo hace mucho y es terrible, y por este sueño cumplido, (sana envidia) Que groso estar al lado de Winter!!! Slds. desde Rosario.