miércoles, 23 de enero de 2013

¡Todos a bordo!

El fuego sagrado del blues quema todo a su paso. Más o menos eso es lo que pasa con los once temas de este disco de Bernard Allison y Cedric Burnside, ambos herederos del blues más genuino. El primero, con su guitarra como arma, revive la tradición del West Side de Chicago con furia rockera. El segundo, aporreando la batería o rasgando las seis cuerdas, lleva en la sangre lo más auténtico del Mississippi.

Bernard Allison es el hijo del gran Luther Allison. A mediados de los 90, comenzó a consolidar su carrera solista bajo el influjo de su padre, claro, pero también con su propio esfuerzo y talento. De todas maneras, su música nunca pretendió alinearse en el sonido clásico, sino que más bien desarrolló un estilo más frenético y eléctrico al que le estampó su propia marca. En el caso de Cedric Burnside, nieto de R.L. Burnside, su distintivo es el sonido crudo y visceral, raw como se dice en inglés, que aprendió no sólo de su abuelo, sino de otros músicos como Junior Kimbrough, John Lee Hooker y Lightinin’ Hopkins.

Ambos se sumaron a este proyecto con un fin: reivindicar la música de sus ancestros con la mirada puesta en el futuro. Por eso, este expreso a toda máquina recorre distintos estilos -blues, funk y rock and roll- en un viaje imaginario por las rutas de la música de raíces. El álbum no da respiro. Desde el comienzo, con la poderosa Backtrack y Do you know what I think?, hasta el final, con el cover inflamable de Going down -el tema de Don Nix que popularizó Freddie King-, Allison y Burnside prenden fuego todo a su paso en compañía de Trenton Ayers (guitarra), Erick Ballard (batería) y Vic Jackson (bajo).

Por supuesto que hay un tema que se llama Fire it up, que sintetiza el frenesí incendiario de estos muchachos. Pero también se toman un respiro con Minnissippi blues, un acústico soberbio y apasionado que muestra la capacidad que tienen tanto de ir hacia adelante como de mirar hacia atrás. Encaran otros dos covers con mucha decisión y estilo. Uno es Hidden charms, del gran Willie Dixon, con un poco de sabor a Nueva Orleans, gracias a la combinación del sonido acordeón con la tabla de lavar la ropa. El otro: Natbush City limits, ese himno de Ike & Tina Turner, tiene un ritmo más cansino que la original pero no por eso menos vigorosa.

Express es un disco contundente que pretende abordar al género desde los márgenes para darle una vuelta de tuerca a lo que hacían sus padres y abuelos, pero respetando el sentido más puro de la tradición musical.


1 comentario:

Agustin Roca dijo...

no se porque pero me lo imagino energico, lleno de polenta y medio funk.