martes, 5 de febrero de 2013

Rasta blues

Corey Harris es uno de los pocos músicos contemporáneos que logró captar en toda su dimensión la esencia del viejo blues del Delta. Y eso que nació bien lejos del Mississippi, en la ciudad de Denver, Colorado, rodeado de montañas y un invierno cruel. Pero la música y el legado de sus ancestros lo guiaron bien al sur en busca de sus raíces. Se embarcó en un viaje al pasado que lo llevó por los mismos caminos que atravesaron Lightinin’ Hopkins, Charley Patton, Sleepy John Estes y Bukka White. Su espíritu aventurero luego lo empujó más allá, hacia la génesis misma de la música negra, en el África profunda, y lo acompañó de regreso al Nuevo Mundo atravesando los ritmos tropicales del Caribe, especialmente el reggae.

Sus canciones hoy reflejan todo eso: son un collage variopinto de sus andanzas musicales. Dentro de poco tocará aquí en Buenos Aires por primera vez. Ofrecerá una propuesta amplia, pero con mucho blues, ya que vendrá a presentar su flamante álbum, Fulton blues. No vendrá solo: lo acompañará el tecladista Chris Withley y dos hermosas nenas: una Gernandt Acoustic Parlor y la National resophonic.

Corey Harris consolidó su carrera musical a mediados de los 90 en Nueva Orleans. Tocando blues rural en los coffeshops y bares de la ciudad captó la atención de Bruce Iglauer y pronto firmó para el sello Alligator. Pertenecer a ese equipo justo en esa época le garantizó una masividad que poco tiempo antes no hubiera imaginado. Pronto grabó Between midnight and day, su álbum debut, solo con sus guitarras y tocando una selección de viejos blues de pre guerra y un par de canciones propias. Luego vino Fish ain't bitin' (1997), en los que empezó a expandirse al sonido más clásico de Nueva Orleans y un blues más contemporáneo. Dos años más tarde, con Greens from the garden, incorporó el folk de Woody Guthrie, el funk y al reggae. Además sumó instrumentos de viento y la colaboración de Billy Bragg. Al año siguiente editaría Vu-Du Menz, a dúo con el legendario pianista Henry Butler, y naturalmente por la compañía, se trató de un disco 100 por ciento blusero.

Terminado su vínculo con Alligator, Harris firmó con el sello Rounder. Entre 2002 y 2005, grabó tres álbumes en los cuales orientó su música hacia el África profunda. En paralelo participó del documental de Martin Scorsese, The Blues, y viajó Malí para tocar con músicos locales. Fruto de esa experiencia salió el álbum from Mississippi to Mali (2003). Luego se pasó al sello Telarc con el que editó dos discos. El primero, Zion crossroads (2007), es un álbum exquisito de roots reggae. Nada tienen las canciones de ese reggae pastiche para las FM, sino que es música en estado puro. Y en 2009, lanzó Blu. Black, no tan reggae como el anterior, pero tampoco tan blusero como los del principio. En 2011 editó su primer álbum junto a The Rasta Bliues Experience para un sello independiente, nombre que representa a la perfección lo que él hace.

Durante la última década, además de grabar discos, Corey Harris no paró de viajar, de tocar en vivo, de componer, de enseñar, pero fundamentalmente, de aprender para poder seguir enseñando. Se convirtió en un antropólogo y en un magister de la música de raíces. Y apenas tiene 43 años (el 21 de febrero cumple 44) y una larga y productiva vida por delante.

Corey Harris será el plato fuerte del 4º Festival de Blues de Verano. Se presentará en La Trastienda el sábado 16 de febrero luego de los shows del brasileño Jefferson Gonçalves, Víctor Hamudis Blues Band y Tana Spinelli. Una semana antes, el sábado 9 y en el mismo escenario, tocarán el francés Cisco Herzhaft, los colombianos The Big Bones, Gabriel Grätzer, Goyo Delta Blues y el Coro Góspel Joy. 



1 comentario:

Goyo Delta Blues dijo...


Terrible delta blues del mas puro