jueves, 13 de marzo de 2014

La potencia de JLW


Si alguien esperaba que Joe Louis Walker volviera a su costado más blusero tras el irregular Hellfire, de 2012, que siga esperando. Con su nuevo álbum, el número 25 de su carrera y el segundo para Alligator Records, el guitarrista californiano ratifica su necesidad de ir más allá de las fronteras del blues.

La diferencia entre Hornet’s Nest y Hellfire es que aquí logró plasmar con mayor confianza lo que buscaba en el anterior y por eso ahora suena más convincente. El álbum parte de un núcleo blusero que en la superficie se percibe lejano aunque allí está. Aquí prevalece la fuerza del houserockin’, algo del soul de Memphis y R&B en su máxima expresión. Claro que, más allá de las canciones en particular, la guitarra de JLW suena furiosa, expeditiva y demoníaca.

El álbum fue producido por Tom Hambrigde, quien trabajó con la crema de la crema del blues: Johnny Winter, B.B. King, Buddy Guy, James Cotton, George Thorogood, Susan Tedeschi y otros. Hambridge además toca la batería y fue el encargado de reunir a la banda: el ex Double Trouble Reese Wynans en teclados, Rob McNelley en guitarra rítmica y Tommy MacDonald en bajo. En algunos temas la banda se recuesta sobre un poderoso colchón de vientos integrado por Jim Horn (saxo), Charles Rose (trombón) y Vinnie Ciesielski (trompeta).

La mayoría de los temas fueron escritos por Hambridge y Walker más la colaboración de Richard Fleming. Love enough y Ramblin’ soul son los mejores ejemplos de ese tándem compositivo: melodías consistentes, ritmos aguerridos y letras sugestivas. El disco tiene dos covers: Don’t let go, de Jesse Stone, creador de éxitos históricos como Shake rattle and roll y Flip, flop and fly; y Ride on, baby, una vieja canción de Jagger y Richards que los Stones editaron en su disco Flowers, de 1967.

JLW se luce con la guitarra, con solos imponentes y el eventual uso del slide, pero también ratifica que es uno de los mejores cantantes de blues, con un registro vocal superlativo. Eso, más una banda sólida y un puñado de buenas canciones, logran un álbum más que interesante y muy potente. Pero como decía al principio: si alguno pretende escuchar algo parecido a The gift (1988) o Great guitars (1997) deberá seguir esperando.

2 comentarios:

Gustavo Pollo Zungri dijo...

lo escuché , otra joyita y van!

Juju Estrin dijo...

ta bueno!!